viernes, 28 de septiembre de 2012

¡Tú no entras!

El tema que hoy trataré no se ajusta a la temática habitual de este blog, pero me he visto obligado a escribir sobre este tema después de leer una crítica de un compañero sobre un libro: "No entrará en la Historia de la Literatura ya que no tiene un estilo para ello". Pero, ¿Qué es la Literatura? ¿Quién decide qué entra y qué no?

La Real Academia Española define la Literatura como el arte que emplea como medio de expresión la lengua. Ahora bien, definamos lo que es "expresar". Se define como manifestar con palabras, miradas o gestos lo que se quiere dar a entender. En ningún momento refiere a un estilo en concreto ni a un preciosismo formal decimonónico, ya que nada tiene que ver el estilo de los escritores románticos y el de los escritores humanistas italianos, o incluso difiere entre los románticos españoles como G.A. Bécquer y los franceses como Victor Hugo. Y es que no podemos calificar las obras contemporáneas como no literarias solo por no observar los presupuestos anteriores, debemos entenderlas como otro nuevo estilo que en un futuro constituirá otra parte importante de la Literatura y que ahora ha quedado subyugada bajo el nombre de "Best Seller". No podemos equiparar tampoco ni el contexto histórico ni el social (que es justamente lo que se hace cuando se comparan obras "clásicas" con las actuales), que otrora era más represivo y en que la fluidez con que se transmitía la cultura era prácticamente nula, con el estado cosmopolita de más de siete mil millones de personas en el que nos encontramos ahora, con una intensidad cultural que a veces nos desborda y de la que también tenemos que ser responsables de saber discriminar las obras dirigidas a los lectores de autobús de las verdaderas obras de arte.

Bien es cierto y he de resaltar que soy muy crítico con las obras que no observan los más bajos cánones de escritura, o mismamente las aberraciones que cometen ciertos traductores, los cuales merecen la más estricta humillación y unos cuantos libros más que leer. 

Quiero creer que, con la perspectiva que da el paso del tiempo, se sepan valorar las obras actuales como lo fueron tantas otras que en su tiempo no fueron valoradas pero que la historiografía y los propios lectores supieron valorar aún después de la muerte de sus autores, siendo estas una prolongación eterna de su nombre y su vida.

Alberto Maraña Calzada